Independientemente de su enorme cultura, su obra muestra una profunda experiencia mística personal que inunda su enseñanza, a veces compleja, filosófica, a veces esotérica, pero otras, cargada de arrebato espiritual y místico. Lo cierto es que siempre muestra un conocimiento poco común que se percibe originado por las sucesivas makam, estaciones espirituales, que recorre. Por eso el abordaje de sus obras desde un mero acceso doctrinal o intelectual es estéril.
Dice: “El amor es la energía que atrae a la criatura hacia su origen divino”. Él define esta makam, o estación del amor, de un modo tan preciso como poético cuando describe los 44 estados por los que pasa el amante con su bienamado. Solo alguien que vive esa experiencia puede reflejarlo así. Extraídos de El tratado del Amor, algunos son:
. UNO DE LOS ESTADOS DEL AMANTE ES NO SUFRIR EN SU AMOR AUMENTO POR EL FAVOR QUE LE PROCURA EL AMADO, NI DISMINUCIÓN POR EL DESDEÑO QUE LE MANIFIESTA.
. EL ESTADO DEL AMANTE DE APROBAR TODO LO QUE EL BIENAMADO ESPERA DE ÉL.
. EL ESTADO DEL AMANTE DE SER CONSTANTE EN LA ADVERSIDAD, A LA CUAL QUIRE SUSTRAERSE DEBIDO A LA TUTELA QUE EL BIENAMADO LE IMPONE.
. UNO DE DOS ESTADOS DEL AMANTE ES EL DE TEMER ABANDONAR LAS PRESCRIPCIONES SAGRADAS EN EL SERVICIO.
.EL ESTADO DEL AMANTE ES SENTIR HASTÍO ANTE EL VELO INDISOCIABLE QUE SE INTERPONE ENTRE ÉL Y EL ENCUENTRO CON SU BIENAMADO.
.EL ESTADO DEL AMANTE ES ESTAR COMPENETRADO POR LAS CUALIDADES DEL AMADO.
Resumir la enseñanza de Ibn Arabí sería una labor difícil. Baste decir que la Enseñanza del maestro murciano se centra en la Unicidad de Dios. El Creador y lo Creado es Uno. Pero la mirada de la criatura solo ve la multiplicidad de la que forma parte pues si la Esencia es Una, la existencia es múltiple. Por tanto solo hay una Realidad. También afirma que el ser humano es “una posibilidad divina”. El desarrollo de esa posibilidad, la Vía, le lleva a ser receptor de la luz divina. Y para conocer a Dios, antes debe conocerse a sí mismo pero en su esencia espiritual. Uno solo puede conocerse en Dios y por Dios.
Termino con un texto que, en mi opinión, da verdadera muestra de su enseñanza. Es un extracto de El libro de la extinción en la contemplación:
“…Si Él te dice: “Coge”, contéstale: “ Tú eres el que coge”.
Si te dice: “vuelve”, respóndele: “ De Ti hacia Ti”.
Si te dice: “¿Cómo es que cuando te digo que cojas me respondes que Yo soy el que coge? No hay nada que Yo pueda coger.
Dile tú: “Yo no sabría cómo coger, porque coger es un acto y yo no obro ningún acto. Tú eres el que coge, pues Tú eres el Agente. Toma Tú mismo por mi lo que Tú me das, y no me digas: Coge tú, criatura, que no puedes coger, porque al decirme que coja extiendes un velo sobre mí.
Yo no puedo tomar nada por mi mismo…”
Y para volver al amor leamos unos fragmentos de un par de poemas:
Porque el Amor es saboreado,
Pero su esencia permanece incomprendida
¡ Dios mío! ¡Oh, Dios mío! ¿Acaso no es asombroso?
¡Pues solo Dios ve a Dios!
¡Discierne bien mis palabras
para reconocer a quien se dirigen y de quien emanan!