SI DIOS QUIERE
Un vecino encontró a otro por el camino.
-¿ A dónde vas?
-Voy al mercado a comprar un burro.
-Si Dios quiere.
-No hace falta decir “si Dios quiere”, tengo buen dinero y en el mercado hay muchos burros.
Cuando se alejaba, el vecino le recordó:
-Acuérdate que siempre es bueno decir“si Dios quiere” para recordar que solo Él sabe.
Ocurrió que en el camino al mercado unos bandidos robaron al paisano el dinero.
Pero decidió ir de igual modo a por el burro y consiguió convencer al vendedor de que se lo entregase con la promesa de que regresaría al día siguiente y le pagaría el doble de su precio.
Pero a la vuelta otros bandidos le robaron el burro y además le dieron una buena tunda.
Magullado y cabizbajo, lo encontró de nuevo el vecino.
-¿Qué te ha pasado?
-Pues unos ladrones me han robado el dinero, si Dios quiere. Tengo una gran deuda con el mercader de los burros, si Dios quiere. También me han robado el burro que tan caro me costó, si Dios quiere. Y me han dado una buena paliza, si Dios quiere. Así que voy al médico que no sé como podré pagar ¡ si Dios quiere !
Este original cuento sufí nos muestra una realidad que el ser humano puede constatar a lo largo de su existencia…o negarlo: el hecho de no ser dueño de su destino. Tomar conciencia de esta realidad desde una perspectiva madura resulta un salto de comprensión enormemente valioso.
Si se acompaña con la profunda certeza interior de que “solo Dios sabe” el resultante es una profunda paz de corazón.
Esta evidencia de no ser los dueños de nuestro destino suele poner sobre el “tablero de la mente” del ser humano tres opciones:
-La opción de ser prisioneros de un azar caprichoso sobre el que carecemos de ningún control ni obedece a ningún patrón reconocible.
-La opción de ser nosotros los verdaderos dueños de nuestro destino que forjamos a través de la voluntad, el esfuerzo, de conseguir los sueños que buscamos cumplir, etc.
-La tercera opción, como en el caso del cuento, es la de “estar en manos de Dios”.
Actualmente es interesante observar corrientes de pensamiento pretendidamente espirituales que llegan a abundar en la infantil idea de que el ser humano puede manejar su destino hasta el punto de poder “decretar”, o dicho de otro modo, ordenar, todo aquello que les gustaría que ocurriese en sus vidas o incluso, en la de otros, como si fueran pequeños aprendices de brujo atontados por el engaño de la fantasía y sometidos a la tentación del poder.
Por otro lado, conocemos bien el pensamiento ortodoxo imperante afianzado en nuestra cultura que nos dice, una y otra vez, que todo se debe a un azar imprevisible y sin control en el que nuestra presencia en el mundo es tan irrelevante y prescindible como carente de significado.
Y nos queda “si Dios quiere”.
Esta expresión en realidad nos muestra una validación. Una validación que se solicita. El ser humano hace, pero su acción, nacida habitualmente de lo que considera mejor para sí mismo, requiere una validación o una corrección hacia aquello que, en realidad le conviene. Entendiendo siempre que estamos hablando no de Dios-Uno, sino de uno de los aspectos de la Divinidad. Dentro de la tradición sufí, uno de los 99 nombres de Dios, Al Raquib, “El que vigila”, sería este aspecto.
En lo que a nosotros respecta, tanto la validación como la corrección, nos mostraría la enseñanza respecto a la “acción correcta”, es decir, aquella que no nace del ego, de la que no esperamos resultados en nuestro provecho (no solo mi bien procuro) y que se ajusta al equilibrio necesario para la Vida.
Dado que pocos seres humanos son capaces de actuar desde esta perspectiva, la comprensión “si Dios quiere” procura, por un lado un valor de humildad que te permite reconocer que en realidad “no sabes” y por otro que aceptas, también humildemente la validación/corrección necesarias a la acción que nace del ego y la ignorancia.
Por añadidura la implementación en el individuo de “solo Él sabe” ayuda muchísimo a detener juicios hacia los demás, pues si Él sabe, yo no, y desde mi ignorancia de la Realidad, los juicios que pueda realizar son tan estúpidos e innecesarios como, muy posiblemente, erróneos.
Si Dios quiere.
Solo Él sabe.
Hola soy maria angeles alias LALA y me gustaria participar en esta descripción muy acertada desde mi punto de vista.Yo personalmente hago uso de toda la vida de «si Dios quiere» y os diré en pocas palabras porque la utilizo. Creo que hay cosas que decido hacer y dejo siempre una puerta abierta,no para que Dios decida por mi sino,si no porque a veces te empeñas en vivir lo que no te corresponde y El está ahí,guiandote en tu camino y es necesario escucharlo aunque no te guste lo que decida.La humildad hay que trabajarla dia a dia y en ese contexto pongo «si Dios quiere».
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