BREVE HISTORIA DEL ORIGEN DE LA NUEVA ERA

UN POCO DE HISTORIA

 

Después de la publicación de la entrada anterior llamada Karma, que aconsejo leer antes que estas líneas, algunos lectores me han pedido que continúe con un repaso histórico respecto al origen y fuentes del pensamiento de la nueva era. Sé que lo que sigue es demasiado largo para lo que es habitual en un texto de blog, pero he preferido hacerlo así dada la continuidad e interrelación de muchos de los acontecimientos narrados. Básicamente, el pensamiento “nueva era” se nutre principalmente de las formulaciones de la Sociedad Teosófica que dejó en una abundantísima producción literaria y que ha sido la principal fuente inspiradora de este movimiento. Recordemos que la Sociedad Teosófica buscó crear una nueva religión e incluso creyó encontrar a su propio mesías. Es por este motivo que la nueva era presenta aspectos similares al de un credo religioso con sus propios sistemas de creencias, dogmas, etcétera, aunque la base fundamental reside en la “revelación”, es decir, en personas a las que se las reconoció su capacidad de mediumnidad y que elaboraron enseñanzas emanadas de seres invisibles que afirmaban pertenecer a una alta jerarquía espiritual que se manifiestaba a través de ellos. Sin embargo, una característica singular de este movimiento es que la revelación es compartida por muchas personas que, a través de la mediumnidad o canalización, contactan con distintas variedades de seres incorpóreos bien sean maestros espirituales, extraterrestres, seres de otras dimensiones, ángeles, etc., lo que ha permitido una enorme cantidad de opciones de elección a los seguidores de este movimiento. Los libros resultantes de las revelaciones de estos médiums o canalizadores se cuentan en la actualidad por centenas. Originalmente, en la Sociedad Teosófica se confió en la afirmación de que muchos de sus miembros fundadores poseían grandes capacidades psíquicas que les permitían acceder a mundos y realidades vetadas, en principio, a los demás. Sin embargo, por decirlo de algún modo, el desarrollo de esas capacidades psíquicas y el consiguiente acceso a realidades no ordinarias, se democratizó y también hoy podemos contar con centenas de libros escritos por personas que afirman poseer dichos poderes y nos relatan sus conocimientos, experiencias, logros, etc. Algunos de esos poderes más populares son el de conocer vidas pasadas de uno mismo y de otras personas, ver auras y chakras, hacer viajes astrales, poseer capacidades sanadoras o tener el don de la mediumnidad y de canalizar a diversos seres incorpóreos. Son muchas las persona que participan del ideario new age las que practican alguna forma de mediumnidad o canalización o que afirman haber desarrollado alguna o muchas de estas capacidades extra sensoriales.

Sin embargo, esto no era antes así. Como veremos en el próximo repaso histórico, todo empieza a partir de la Revolución Francesa. Resulta curioso como al igual que el ideario de la Ilustración trajo el sometimiento de la espiritualidad a la razón llevando a la deducción posterior de que espiritualidad y superstición eran lo mismo y que el nuevo dios debía ser la ciencia; a la vez, el nacimiento del ideario new age trae aparejada la confusión de la verdadera espiritualidad con la fenomenología o el mediumnismo.

Pero ambas tienen algo en común: dejan a Dios de lado. En la new age todo queda en manos de sucesivos intermediarios; desde el propio canalizador a las entidades canalizadas tipo extraterrestres, de otras dimensiones, etc.  Además otro rasgo característico es que la literatura espiritual tradicional queda relegada a un segundo plano, cuando no al olvido, y es sustituida por la literatura producida por la canalización o por lo obtenido a través de experiencias extra sensoriales.

Este fenómeno peculiar de nuestra época es el que vamos a repasar sucintamente a través de su historia y tomando como referencia algunas de las ideas y temas más populares.

 

 

TEOSOFÍA, AKASHA Y ESPIRITISMO

 

Un concepto que ha generado mucha confusión es el de Akasha, pues lo primero que hay que decir es que aquello a lo que se refiere la Teosofía y la nueva era respecto a esta idea, nada tiene que ver con el concepto hinduista en el que se basa. Akasha significa “éter” pero, sobre todo, “vacío”. Pero aprovechamos este tema para de paso conocer a uno de los personajes más importantes en el inicio de este movimiento y que fue uno de los líderes de la Sociedad Teosófica.

Fue Leadbeater el que en su obra Las vidas de Alcyone  por medio del mediumnismo, da a conocer la idea de “registros akashicos” para justificar su conocimiento de las últimas treinta vidas anteriores de Alcyone, nombre “esotérico” que le dieron a Krishnamurti cuando La Sociedad Teosófica preparaba su futura presentación como mesías que, como sabemos, terminó en fracaso por la renuncia del propio Krishnamurti a ejercer ese papel, Las investigaciones psíquicas de Leadbeater sobre las últimas treinta vidas de Alcyone fueron publicadas anteriormente en la revista de Sociedad Teosófica en 1910, pero fue paralizada su publicación por la señora Besant, la presidenta de la Sociedad Teosófica, debido al pleito que mantenía con ellos el padre de Krishnamurti que, en aquellas fechas, era un niño de trece años. Esto ocurrió poco después del “escándalo del caso Leadbeater” que hizo que este fuera expulsado temporalmente de la Sociedad Teosófica. Sobre el entonces obispo anglicano y poseedor de poderes psíquicos enormes- era clarividente tanto de auras, chakras y entidades invisibles, hacía viajes astrales y accedía al conocimiento de las vidas pasadas de los demás y ejercía la telepatía, entre otras facultades- recayó la acusación de abuso de menores o perversión al ser acusado por dos adolescentes. Ya antes, uno de los jerarcas de la Sociedad Teosófica, Sinnet, le había apartado de su hijo por sospechas sobre la conducta del clérigo. Los rumores sobre su comportamiento inmoral se remontaban a su pasado como sacerdote y eran conocidos por toda la cúpula de la Sociedad Teosófica. Leadbeater era el mentor de los jóvenes que se acercaban a recibir las enseñanzas de la teosofía. Pero Leadbeater siempre declaró su inocencia y solo confesó ante el juez que, efectivamente, había aconsejado a los muchachos la práctica de la masturbación. Uno de los jóvenes declaró que le había dicho que “era teosófico que ambos durmieran juntos”; por otro lado, Leadbeater, tal vez fiel todavía a sus primeras creencias del anglicanismo más puritano, predicaba la necesidad de una virginidad total. Ante la falta de pruebas aportadas por la acusación que no contaba más que con el testimonio de los jóvenes, Leadbeater fue declarado inocente y Besant, pese a la oposición de otros miembros destacados de la teosofía, lo admitió de nuevo en la sociedad. Hay reseñar que con el caso, Besant cayó en una crisis que la hizo preguntarse sobre la condición de “iniciado” de Leadbeater y sobre sus facultades; hay que destacar que, para la teosofía, la iniciación estaba condicionada a la más absoluta pureza sexual. Declaró que todo se debía a que ambos habían sido “hechizados”, aunque los “maestros” con los que contactaba mediúmnicamente después la informaron de que no lo estaban. Pero volviendo al tema que nos ocupa, existe documentación en la que se cita que ya, en 1895 Leadbeater y Besant en sus cuerpos astrales visitaban a los maestros y que también averiguaron que podían acceder al conocimiento de las vidas pasadas de las personas.

La base conceptual de esta idea, que también debemos a Leadbeater y que le revelaron los maestros, es la de que toda vida humana queda registrada en una suerte de archivo cósmico llamado akasha. Luego, el autor que, recordamos, se declaraba como poseedor de todo tipo de poderes psíquicos, accedía a ese archivo y así era capaz de dar la noticia de las anteriores reencarnaciones de Krishnamurti-Alcyone o de cualquier otra persona.

Dejando aparte las dudas mencionadas que ya, desde su época, generó un personaje como Leadbeater, lo cierto es que esta idea se sitúa justo en las antípodas de los postulados hinduistas o budistas y su fuente real hay que buscarla en el espiritismo.

Lo primero que hay que destacar es que, dentro del ideario hinduista, esta vida es maya, es decir ilusoria y, por tanto, no habita en lo Real. Además, según Buda, esta existencia es condicionada, fenoménica, insustancial, efímera, transitoria e impermanente.

El Vivekakudamani dice en su sutra 384:

“ Deja de asociar al éter ( akasha) los múltiples upadis (lo que se superpone a lo Real)…pues el éter es Uno y no múltiple, del mismo modo que el Supremo, cuando queda libre de las superposiciones del yo es en verdad Uno”.

Para el hinduismo, el akasha pertenece a lo Real y, por tanto, no puede albergar lo no-real; ni está sujeto a maya ni a la división de la existencia pues akasha, permanece siempre en el Uno. ¿Cómo podría algo que pertenece a lo fenoménico e irreal plasmarse eternamente en lo Real?

Además, una idea como la de la exploración de vidas anteriores, no la encontramos en el advaita vedanta, la potente fuente filosófica y esotérica del hinduismo. Como colofón, akasha habita fuera del ámbito del tiempo-el tiempo está vinculado a maya, de modo que no es posible que algo temporal se manifieste en lo no-temporal.

 

Es claro que Leadbeater desconocía los postulados filosóficos del hinduismo y utilizó conceptos emanados del espiritismo principalmente los formulados por Alan Kardec y sus seguidores. Estos principios espiritistas empezaron a construir la idea de la existencia de un “campo energético”, una suerte de cinta magnética, en el que queda registrada toda actividad humana y que permite ser explorado por las personas dotadas con facultades para ello, es decir, los mediums o, según el término más utilizado actualmente, canalizadores.

En realidad, Leadbeater uso un término hinduista, el akasha, para dar un componente más consistente y sofisticado a algo ya conocido por él  y formulado por los espiritistas a lo largo del desarrollo de su ideario.

 

Lo de reformular algo ya conocido añadiendo elementos orientalistas, también lo hizo con los chakras que, naturalmente, también era capaz de ver. Después del escándalo mencionado y, después de que poco a poco fuera olvidado el asunto, pareció que todos sus poderes y capacidades se incrementaran. Su libro titulado Los Chakras  se publicó en 1927. Desde el principio se supo que tomó como base la obra clásica de Gichtel (siglo XVII), principalmente a lo referido a los siete planetas y su ubicación en el cuerpo para sustituirlos por los siete chakras añadiendo los elementos orientales que tomó de las obras de John Woodroffe. Debemos recordar que el Satcakra menciona seis chakras y que la muy breve mención a los chakras que hay en los Upanishads menciona una vez cinco chakras y otra vez seis.

Pero Leadbeater, con el fin de ajustar sus especulaciones al texto de Gichtel, decide mencionar siete chakras dándoles a estos centros funciones y valores desconocidos hasta entonces y dejando al lado los significados tradicionales de los chakras que, no lo olvidemos, están dentro del particular contexto del tantrismo. Sea como fuere, lo cierto es que, tanto lo escrito por Gichtel y otros alquimistas de su tiempo, como los textos clásicos hinduistas, quedaron prácticamente olvidados debido a la potencia de difusión que adquirieron todas las doctrinas teosóficas de suerte que las elucubraciones de Leadbeater referidas a los chakras se han convertido en un moderno dogma de la neo religión de la nueva era que lo ha impregnado  prácticamente todo y que ha sido incorporado por cualquier tipo de corriente nueva era moderna. El hecho de que antes de Leadbeater y, salvo los textos mencionados dentro del contexto tántrico, ninguna otra corriente esotérica ni de Oriente ni de Occidente, haya hecho referencia nunca a los chakras, parece resultar relevante. Sin embargo, una somera consulta bibliográfica muestra más de trescientos libros publicados desde entonces sobre los chakras. Dado que sobre este tema ya escribí en este mismo blog, no parece de interés incidir en un asunto que ha demostrado ser capaz de provocar muchas susceptibilidades, posiblemente porque forma parte fundamental de los cimientos de las creencias de la nueva era y que su mero cuestionamiento provoca cataclismos doctrinales.

 

 

Ni que decir tiene que la Sociedad Teosófica adoptó inmediatamente como uno de sus pilares principales doctrinales la idea de la reencarnación. La aceptación de esta idea es la que permitía la exploración y conocimiento de las vidas previas. Sin embargo, dado que la Teosofía priorizaba los elementos psíquicos sobre otros espiritualmente más sutiles, nunca profundizó en los matices de esta concepción milenaria, de hecho, nunca diferenció la concepción hinduista de la budista, que como sabemos tienen diferencias sustanciales. Por este motivo la literatura que escribió la Sociedad Teosófica sobre este concepto para divulgarlo en Occidente, es tan superficial como mediocre. La obra de Annie Besant La Reencarnación fue la más importante en esta labor de divulgación y es, a día de hoy, el pilar doctrinal de la nueva era respecto a esta idea.

 

 

EL EVANGELIO DE ACUARIO

 

Para continuar el tema, es necesario recordar un libro que, en su momento, tuvo una enorme influencia en el ideario de la nueva era y el mediumnismo, es El Evangelio Acuario de Jesús el Cristo, publicado en 1908 y debido el médium Levi Dowling (1844-1911)que afirmó haber tomado toda la información del libro de los “registros akasicos”. Dowling fue un pastor y predicador protestante y capellán en la guerra civil norteamericana. Fue un ferviente luchador a favor de la Prohibición Alcohólica y después simpatizó con el ideario teosófico.

Muchos de los postulados actuales de la nueva era sobre la figura de Jesús provienen de esta obra que, además, incorpora elementos astrológicos sobre todo a lo referido al paso de la era de Piscis a la de Acuario. Hay que recordar que en esa época había una gran corriente social profético-apocalíptica pues todo ya anunciaba la inminente guerra mundial o la brutal crisis económica del “jueves negro”. El propio nacimiento de la Teosofía y el advenimiento de un nuevo mesías marcarían ese paso a la era acuariana que, en esas primeras décadas de 1900, se intuía como inminente.

Este libro propone una vida de Jesús que difiere a la narrada en los evangelios y, en cambio, aporta elementos doctrinales claramente protestantes mezclados con el nuevo ideario teosófico. Debemos recordar que todos los ideólogos de la nueva era, los teósofos, venían de un protestantismo muy militante que mutó en reacciones anti-cristianas. Es muy interesante el caso de la mencionada señora Besant, presidenta de la Sociedad Teosófica y una de sus figuras claves, que primero fue ferviente anglicana, después atea que negó la divinidad de Jesús, después participó activamente en crear todo el ideario teosófico, pasó al hinduismo y terminó su vida convertida al islam. Pero volvamos a nuestro autor que añade muchas cosas de su inspiración teosófica, como la reencarnación,* además de que en sus páginas podemos encontrarnos con elementos ajenos al cristianismo como el yoga, Brahma o Zaratrusta. Tal vez, debido a los groseros errores históricos que la obra contenía- por ejemplo, Jesús no pudo visitar nunca la ciudad de Persépolis pues fue destruida por Alejandro Magno en el siglo IV antes de él naciera- y posiblemente debido a que hoy hay muchos y más precisos datos históricos que en la fecha de publicación del libro, lo cierto es que esta obra en la actualidad no es tan conocida, pero su influencia en el ideario de la nueva era fue muy potente y en ciertos sectores aun está muy vigente. Sea como fuere, lo cierto es que contribuyó fuertemente a cimentar la validación del fenómeno mediúmnico, es decir, se daba más importancia a que el texto “había sido recibido” que al propio contenido del mismo, pues pareciera que por el mero hecho de que lo escrito proviniera de “el otro lado” garantizaba la veracidad del mismo. Esta idea de que es más importante el carácter mediúmnico de un texto que su propio contenido, sigue estando vigente en la nueva era y esto explica que libros de bajísimo nivel filosófico o espiritual tengan gran crédito y aceptación por el mero hecho de tener un origen “canalizado”.

 

* La idea de la reencarnación pertenece al hinduismo y luego al budismo, aunque hay claras diferencias entre ambas concepciones. También estuvo presente en la antigua Grecia y en el ideario de ciertos cultos mistéricos. Sin embargo, la idea que transmite la Teosofía y que hoy es la adoptada por la nueva era, es filosófica y espiritualmente muy pobre y simplista respecto a las concepciones mencionadas.

 

 

ALLAN KARDEC Y EL ESPIRITISMO

 

Debemos centrarnos ahora en Allan Kardek (1804-1869) para entender mejor el fenómeno espirita. Este pedagogo y contable francés de nombre Hipólito León Denirzard se interesó, como tantos otros, por el fenómeno en boga de la época de las “mesas parlantes”. El sistema era tan sencillo como impactante. Los asistentes a la velada espiritista hacían preguntas al espíritu de alguien fallecido que contestaba dando golpes con la patas de la mesa “que parecen bailar”. La fórmula, sin embargo, es larga ya que se usa el abecedario como guía: un golpe es la letra “a”, dos golpes la letra “b” y así sucesivamente. La sociedad parisina de la época se volcó con el fenómeno y, por ejemplo, personajes como Víctor Hugo, son ellos mismos médiums que acreditan el contacto con espíritus fallecidos. Víctor Hugo recibe mensajes de los espíritus de Shakespeare, Platón, Galileo y hasta del mismo Jesucristo aunque no solo conecta con seres que fallecieron sino con “entes abstractos” como la Muerte o el Océano; fruto de su entusiasmo escribe un libro titulado Lo que dicen las mesas parlantes. Mientras, la Iglesia católica, patrocina discretamente estas sesiones que no hacen más que demostrar que la supervivencia del alma después de la muerte es algo real.

 

Tampoco olvidemos la época; la Revolución Francesa ha impuesto en el ideario social la “era de la Razón” y la Asamblea ha dado un duro golpe a la Iglesia de Roma, no solo confiscando todas sus propiedades, si no también poniendo en entredicho todas sus creencias catalogándolas como supersticiones. Pero muchos ciudadanos no aceptan fácilmente la nueva propuesta de la razón y se vuelcan para contactar con sus familiares fallecidos ante la nueva perspectiva que ahora se les ofrece. Antes debían contentarse con pagar misas o indulgencias para sus fallecidos, ahora, se puede hablar con ellos: el salto es enorme. Para el pueblo, que ha estado rezando a vírgenes, santos y fallecidos durante siglos, no le es fácil de la noche a la mañana cambiar de creencias por mucho que una élite intelectual lo haya decidido.  Pero ¿si los médiums son capaces de conectar con los muertos?, ¿dónde se encuentran? Es aquí donde la Iglesia ofrece una respuesta particularmente oportuna que lleva defendiendo desde hace tiempo y a la que le ha sacado un enorme rendimiento económico a través de las indulgencias y las misas: el purgatorio. Además, encuentra una manera formidable de separarse ideológicamente, aun más, del protestantismo que no cree en el purgatorio. La Iglesia católica y sus fieles no olvidan que Lutero afirmó que no tiene sentido orar por los muertos. De hecho, una de las causas principales del conflicto causado por la Reforma Protestante es precisamente la negación de esta idea y, por extensión, de las indulgencias y misas para sacar almas del purgatorio cuya explotación económica alcanza cotas escandalosas. De modo inesperado, la Iglesia, a través del espiritismo, tiene pruebas de la existencia del purgatorio lo cual demuestra que los protestantes están equivocados. El Concilio de Trento dejó clara la doctrina al respecto y, oraciones y misas, son necesarias y, por tanto, solicitadas: hay muchos fallecidos en el purgatorio y es necesario ayudarlos, entre tanto, se puede contactar con ellos. La doctrina queda clara: son almas errantes que necesitan ayuda.

 

Pero el método de las mesas parlantes es incómodo y lento así que se sustituye rápidamente por una tabla llamada ouija, todavía popular en ciertos ambientes, de más fácil y rápido manejo con lo que las consultas pueden hacerse con varios espíritus a la vez y dar a las sesiones mayor dinamismo, de este modo, el espiritismo se populariza aún más. Con las mesas parlantes, dado lo laborioso del proceso, el contacto con un único espíritu podía durar horas y era necesaria la presencia de un apuntador que llevara la cuenta de los golpes. Sin embargo, el proceso de la ouija todavía resulta pesado y, sobre todo, es necesaria la presencia de varias personas para que el fenómeno se lleve a efecto. Es entonces cuando surge la “escritura automática”, un sistema mucho más rápido y fácil para comunicarse con los espíritus y que, además, puede practicarse en soledad: un médium, ahora, solo necesita lápiz y papel. Y aquí el proceso comienza a invertirse; ahora no se trata ya de ayudar a los fallecidos, se trata de que los fallecidos nos ayuden; este es el momento en el que se transforman en guías. Y esto se lo debemos a Allan Kardec.

 

Es Kardec el que le da un soporte ideológico al espiritismo a través de su obra El libro de los espíritus publicada en 1857 con un éxito editorial inmediato pues el libro se agotó al poco tiempo y alcanzó una gran difusión. Por si fuera poco aparece en un momento estratégico. La cultura de la Razón y las nuevas doctrinas de la Ilustración que se extienden por toda Europa se encuentran de cara con un fenómeno que los debe de dejar sin argumentos: no solo la supervivencia después de la muerte existe, sino que además podemos comunicarnos y ayudar a los fallecidos. Poco después ve la luz la revista Revue Spirite. Como curiosidad recordemos que  El origen de las especies de Darwin se publicó en 1859. Si Darwin y su trabajo son recibidos con entusiasmo por los defensores de la razón que consideran la religión y la idea de Dios como algo de incultos supersticiosos, el espiritismo de Kardec va afianzando los pilares de una nueva espiritualidad al margen del catolicismo. Muy poco después, este trabajo lo continuará la Sociedad Teosófica y su propósito de crear una nueva religión que sea la síntesis de todas y que tenga su nuevo y propio mesías.

Pero volvamos a los orígenes del espiritismo; la ortodoxia prescribe que fue en 1848, año de la publicación de El manifiesto comunista de Marx y Engels, cuando, según las doctrinas espiritistas, se demostró de modo incuestionable la comunicación con los fallecidos a través de las tres hermanas Fox en la pequeña población norteamericana de Hydesville por medio de los golpes a una mesa. El caso tuvo su polémica cuando dos de las hermanas confesaron que eran ellas las que daban los golpes disimuladamente, pero la tercera hermana afirmaba que los fenómenos de índole paranormal que las rodeaban eran reales y que se manifestaban  a través de ella. Pero Kardec va mucho más allá, el espíritu fallecido que le dicta- hemos pasado de los golpes sorprendentes de los muebles de la casa de las Fox a la escritura automática en apenas nueve años- es el de un druida fallecido que lo conoció muchas reencarnaciones atrás, que le informó de que en aquel tiempo su nombre era el de Allan Kardec y de que ambos eran amigos. Es el espiritismo el que empieza también a darle una patina idealista y mitológica a la historia nacional francesa, algo muy necesario en aquel momento de reconstrucción de una nueva Francia. Los druidas pasan a ser unos individuos cercanos a la perfección humana y un modelo de virtudes y conocimientos y no los sacerdotes sanguinarios que hacían sacrificios humanos que narraban las crónicas romanas. A su vez, otro espiritista discípulo suyo, Leon Denis, en su obra Juana de Arco, la médium incluye un capítulo “Juana de Arco y el ideal céltico” en el que deja clara la relación espiritual entre celtas, druidas y médiums dejando a la posteridad la idealización de la cultura céltica y la de los druidas. Pero la situación se complica para la Iglesia; el druida, de nombre Z, que se comunica con Kardec no está en el purgatorio y ejerce de mentor espiritual, las almas en pena del purgatorio no coinciden con el perfil del druida y, sobre todo, entra en danza la idea de la reencarnación que es incompatible con la creencia católica. La Iglesia toma la decisión de poner El libro de los espíritus en el índice de libros prohibidos en 1864. En un auto de fe, en Barcelona, el obispo de la ciudad condal manda quemar públicamente las obras de Kardec. Se abre una guerra sin cuartel entre espiritistas, que crecen en número como la espuma, y la Iglesia Católica que ve frente a sí a un enemigo formidable más que se añade ahora a los que defienden las tesis evolucionistas de Darwin,  a los seguidores de los planteamientos sociales de Marx y Engels y, en definitiva, a todo lo emanado por la Ilustración.

El espiritismo se empieza a definir como una nueva religión sustitutiva en donde los fallecidos no son los únicos protagonistas, ahora lo son también esos maestros en forma de druidas que enlazan el nuevo movimiento con un pasado legendario e idílico lleno de sabios amantes de la naturaleza que creían en la reencarnación. Era tal la devoción de Kardec hacia ese pasado legendario que ordenó que su monumento funerario simulara un dolmen.

 

Pero Allan Kardec toma un camino intermedio: ni el frío materialismo emanado de la Revolución, ni el rancio catolicismo. En una de sus obras dice: “El espiritismo es la prueba patente de la existencia del alma, de su individualidad después de la muerte, de su inmortalidad, es pues, la destrucción del materialismo, no con razonamientos, sino con hechos”.

Su separación con cualquier aspecto de la doctrina católica lo deja escrito en su obra El Evangelio según el espiritismo en la que propone una lectura del Evangelio a la luz de la nueva doctrina. También aborda el Antiguo Testamento con su obra El Génesis. El libro de los mediums, otro enorme éxito editorial, junto a ¿Qué es el espiritismo?cierra el grupo de sus obras más importantes. Sin embargo, es curioso que nunca rompió amarras definitivas con ninguna de las dos posturas ideológicas, sobre todo con la Iglesia, por eso es habitual que muchos médiums, que se empiezan a contar por centenares, se pongan en contacto con todo tipo de santos y personajes bíblicos. Además, se produce otro fenómeno: el mediumnísmo no queda solo circunscrito a unos pocos, prácticamente cualquier persona puede contactar mediante escritura automática con sus espíritus o con sus guías- druidas o no- al igual que Alan Kardec a pesar de que él, el propio fundador, advertía de la dificultad de convertirse en médium.

Debemos recordar también  a Amelia Boudet, esposa de Kardec y, para muchos, una verdadera fuerza impulsora detrás del espiritismo. Es ella la que afronta en 1875 en París, después de la muerte de su esposo, el llamado “juicio de los espíritus” en donde se acusa a un miembro de la sociedad espirita de publicar unas fotos falsas de espíritus, pero que sirve para poner en entredicho a todo el espiritismo. Son también muchas las críticas que recibe el espiritismo de fraude y estafa, podemos destacar en este sentido la novela Los Espiritistas de R.H. Benson que alcanza gran difusión. Por cierto, se conserva el texto que se leyó a la muerte de ls señora Boudet en la que un médium recibió un mensaje de San Antonio de Pádua en el que el santo describía como el espíritu de ella era recibido en el más allá por el de Allan Kardec junto a otras jerarquías espirituales lo cual demostraba, una vez más, la veracidad de las afirmaciones espiritas.

Como hemos dicho, la expansión del espiritismo es rapidísima y Kardec viaja, acompañado de su mujer, por toda Francia fundando grupos espiritistas en la mayoría de ciudades importantes a la par de que el número de médiums se multiplica debido a la facilidad que procura la escritura automática. El espiritismo alcanza unas potentes señas de identidad e influirá de modo determinante en la Sociedad Teosófica y, con ella, en todo el ideario contemporáneo de la nueva era.

 

Se legado pervive hoy y, sobre todo, influyó de modo enorme en el desarrollo de lo que hoy se conoce como “canalización” pues es Kardec el que pasa de comunicarse con los fallecidos a comunicar con un fallecido que ejerce de mentor espiritual. El médium no es ya un mero elemento comunicante o un factor de consuelo al fallecido; el médium es ahora portador de mensajes de gran calado. No conviene olvidar que la señora Blavatsky, antes de fundar la Sociedad Teosófica, fundó la Sociedad Espirita en 1871 en El Cairo. Pronto se decepcionó pues, como escribió en distintas cartas a su familia, “varios miembros del grupo simulan su mediumnismo”. Sus dos magnas obras en las que incluye enseñanzas de “maestros ocultos”, antecesores de los “maestros ascendidos”, Isis sin velo y La doctrina secreta son de 1875 y 1888 respectivamente si bien ella siempre afirmó que el contacto telepático con su maestro, el mítico Kuthumi, se estableció en 1851 cuando tenía 20 años y estaba con su padre en Londres. Como vemos, la diferencia es enorme: la “canalización” alcanza un fenomenal protagonismo y empieza a ser recibida y aceptada con gran entusiasmo. Ya hay hilo directo con gran variedad de maestros que, además de enseñanzas espirituales, nos hablan del pasado de la humanidad, nos hablan de otros mundos y dimensiones, nos dan profecías, ofrecen doctrinas, son capaces de curar enfermedades, etc.; se puede afirmar que desde Kardec, los “canalizados” se pueden contar por miles pues, tenemos noticia de aquellos que han triunfado y sus mensajes han llegado ha ser divulgados, pero hay muchos más de ellos anónimos que no tuvieron éxito a la hora de encontrar un editor que publicase sus libros o no tenían el carisma suficiente para convocar a grandes auditorios o, simplemente, no difunden esa condición canalizadora fuera de sus círculos cercanos.

Entonces nadie pareció reparar en que las enseñanzas espirituales de esos maestros no alcanzaban, ni por asomo, la grandeza de las enseñanzas de maestros que existían o habían existido aquí, que muchos de esos canalizadores se contradecían entre sí, que las profecías no se cumplían de un modo sistemático o que sus doctrinas y enseñanzas ya habían sido formuladas con más peso por maestros espirituales de carne y hueso.

 

 

 

 

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