IBN ARABI, ABU MADYAN , EL DINERO Y LA ELECCIÓN
Dice Ibn Arabi en su Tratado sobre la caballería espiritual refiriéndose a una anécdota del sheykh Abu Madyan que este decía que “ Dios nos envía el dinero para darnos la posibilidad de elegir”. En mi opinión, es lo más sabio que se ha podido decir respecto al dinero. Abu Madyan, al que Ibn Arabi consideraba su maestro, recibía la caridad en forma de su comida diaria, y aceptaba de modo natural que unas veces era más sabrosa y rica y otras más modesta y frugal; sin embargo cuando recibía dinero en vez de comida, debía elegir que comida compraba con lo recibido. En el primer caso, no elegía, comía lo que le traían ese día, en el segundo debía elegir qué comprar y cuanto. Efectivamente, en lo que se refiere a la comida, nosotros podemos abrir la nevera y sacar la leche, fruta, huevos u otros alimentos, incluso según nuestro nivel adquisitivo podemos elegir ir a unos restaurantes u otros; sin embargo un alto porcentaje de la población mundial no puede tomar esas decisiones porque sencillamente no tiene esa posibilidad de elegir y come lo que puede y cuando puede. Y, así, en otros campos de acción.
Nosotros, pertenecemos a esa parte privilegiada de la población mundial que podemos elegir- frente al tercer mundo, somos “ricos”- y esta posibilidad de elegir nos permite, a su vez, ejercitar el discernimiento y ser conscientes de qué elegimos, por qué lo elegimos o para qué lo elegimos. Y esto no es un asunto menor. Asimismo nos lleva a entender cuando el dinero nos resulta herramienta de elección o lo convertimos en cadena que esclaviza.
Al igual que Dios “envía” el dinero a unas personas, a otras les concede otras posibilidades de elección en función de los talentos con los que les dota: inteligencia, fuerza, creatividad, etc… algunas personas reúnen varios de estos “envíos” de Dios y suman inteligencia a riqueza, o fuerza a belleza; de este modo, se incrementa su posibilidad de discernir y de elegir. Elegir que hacen con su inteligencia, energía, capacidades, dinero… saber donde lo “gastan”, donde lo ponen y utilizan o ser sencillamente conscientes cuando estos dones están al servicio de qué o de quién.
Así mismo, se entiende que toda decisión lleva implícita el asumir los resultados y consecuencias inherentes a esa decisión.
Por otro lado esta reflexión que nos ofrece Ibn Arabi nos permite distinguir que la capacidad de elegir- siempre en el marco de lo posible- no tiene nada que ver con la libertad. Una persona puede disponer de enormes posibilidades de elección y no ser libre, y otra con escasas posibilidades de elección en cambio sí puede serlo. Incluso, a veces, una mayor posibilidad de elección mal gestionada puede representar un obstáculo que impide acceder a la libertad, entendida esta como la liberación de las cadenas que nos atan. Y, como sabemos, las cadenas más fuertes son las que nos hemos puesto nosotros mismos.