INDIVIDUALIDAD
Esta entrada y las siguientes las aprovecharé para contestar a preguntas que me han hecho muy interesantes.
Si algo caracteriza este plano orgánico es la cualidad de individualidad de todas sus criaturas. Ni siquiera hay dos hormigas iguales o dos briznas de hierba; dos hermanos gemelos son personas con su propia individualidad por mucho que se parezcan. La naturaleza muestra la evolución individualizando a sus criaturas. La conciencia de uno mismo está individualizada y orgánicamente no hay dos seres iguales. Y esta individualización se refiere también a la energía. No hay dos energías iguales. Hasta cuando respiramos el oxígeno se individualiza al metabolizarse.
No es verdad que una persona pueda ser “canal” puro de nada y menos de cualquier forma o energía más sutil que, por ley, se mezclará, si lo hace, con la naturaleza individual que la incorpora. Toda energía sutil requiere de unas condiciones para expresarse en el ámbito de lo que nos rodea; no basta con el deseo o la ilusión de alguien. En cambio, nuestra energía individual está siempre a disposición. Esta cualidad y calidad de la individualización es una conquista y forma parte del proceso de crecimiento individual precisamente asumir en su totalidad esa individualidad con todas sus implicaciones. Es un error y una falsedad esa pretensión de “canal puro”; toda energía no individualiza precisamente anhela la individualización; anhela ser asumida e integrada en esa individualidad, absorbida en ella, primero a nivel orgánico para luego, si es posible, pasar al nivel de la conciencia. Otros tipos de fuerzas y energías sencillamente no necesitan al ser humano y se expresan en lo viviente por medio de la naturaleza a partir de la inocencia que esta ofrece. Aquella famosa sentencia de “conócete a ti mismo” tiene dos etapas: primero conocer la individualidad que somos ya que gozamos de una estructura orgánica completamente individualizada y una conciencia de uno mismo también individualizada. A continuación, conocer de uno mismo aquello que “es” y diferenciarlo de lo que “está”. Pero si no empezamos por la individualidad, llegar al UNO queda solo en una ilusión.