LA NAVIDAD

LA NAVIDAD

Un niño- inocencia encarnada-nace en una cueva-analogía del corazón-de una madre virgen llamada Miriam-pureza-que acepta y asume su tarea sin condiciones- “hágase en mí según tu palabra”. Miriam, en egipcio es mer amen, o sea, la “amada de Amón”.

José, como inteligencia presente en el mundo, acepta también, comprende, y asume su función de servicio.

El anuncio se da en el cielo-estrella de Belén- solo para los que saben leerlo, los sabios de Oriente- las tres inteligencias básicas del ser humano- a los que la nueva luz dinamiza y pone en marcha. Ese nacimiento es conocido y celebrado por los inocentes- pastores y ovejas- pues la inocencia reconoce a la inocencia. También están presentes las fuerzas angélicas que la nueva luz ha traído, servidoras de la obra divina.

Los tres reyes, que han seguido la nueva luz, no reconocen a Herodes-mente y ego- pero sí reconocen al “Rey de reyes”, a aquel que un día dirá “mi reino no es de este mundo”. Y se entregan a él en forma de oro-cuerpo-mirra-alma e incienso-espíritu.

Todo ello ocurre fuera del alcance de la precepción sensorial y de la mente-Herodes. Solo ángeles e inocentes asisten al milagro de la encarnación de la luz.

El movimiento de los reyes hacia la nueva luz queda al margen del campo de  acción de la mente, y provoca que esta, la mente-Herodes-, reaccione.

Y, como tantas veces, el miedo de la mente ante lo que no comprende, hace que se sienta amenazada y ordene matar a todo lo vinculado a la inocencia que no reconoce.

Años después, otro Herodes, matará al inocente, al Hijo del Hombre, pero ignorará tanto el resultado de su acción como su significado.

José prudente y Mariam amor de madre, buscan refugio en Egipto, el lugar en donde la mente no tiene poder. En Egipto el poder reside en el corazón de Isis, en el ojo de Horus y en la columna de Osiris y Herodes carece de poder sobre el Faraón, la gran casa-templo- de la luz y el conocimiento. Allí, la mente-Herodes no llega y la nueva luz está a salvo.

Los que pertenecemos al ámbito cultural cristiano conocemos bien este hermoso relato. Entre todos los protagonistas de esta historia, aquel que nos es más reconocible es José. Él no comprende pero es sabio y prudente; él no comprende pero actúa intentando sembrar el bien; él no comprende pero sabe del peligro de Herodes; él no comprende pero ama. Y todo ello porque sabe que la comprensión solo está al final. Mientras tanto queda la acción impecable y que procura el bien, mientras tanto queda el servicio y la generosidad, mientras tanto queda amar y ser amado, ¿qué importa comprender? La inocencia no necesita comprender sino vivir. Ojalá que Herodes nunca más pueda poner su mano sobre la inocencia que en esencia y origen somos, y de hecho ya no puede hacerlo salvo que expresamente alguien se lo permita.

 Mañana nace el Niño, celebrémoslo en la paz, en hermandad y con alegría.

Aleluya y feliz Navidad a todos.

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