PSIQUISMO Y EL LENGUAJE DEL SER

PSIQUISMO Y EL LENGUAJE DEL SER

Trato este tema por solicitud de mi amiga V.

Si buscamos el término psiquismo en la RAE encontramos: “conjunto de los caracteres y funciones de orden psíquico”, dada esta definición debemos acudir a la misma RAE para ver cómo define psique y esta nos dice que es un término filosófico griego igual a alma, esto significa que desde la filosofía griega, en la psique están contenidos todos los atributos y facultades del alma. Esta alma hay que entenderla como la descrita por Aristóteles, lo cual implica que va desde lo que se refiere a apetitos y pasiones hasta lo que hoy definimos como los factores psicológicos. Esta psique-alma griega no debía confundirse con el espíritu-pneuma de carácter espiritual.

Por otro lado, sobre todo a partir del siglo XIX, el psiquismo se vinculó a la fenomenología que vino a llamarse paranormal y que conoció un gran desarrollo. Esta consideraba que determinados individuos gozaban de “poderes” especiales, a veces de modo perpetuo, a veces casual, de tipo “psíquico” que les permitía acceder a través de diversas formas de sensibilidad a donde la gente común no podía hacerlo.

El psiquismo resulta de una extensión esporádica de la capacidad sensorial ordinaria que se muestra en algunas personas con más frecuencia que en otras. Esta extensión puede deberse a muchos motivos, uno de ellos es la sensibilidad a los campos electromagnéticos, otro a cómo se producen los pasos de la información en el cerebro sobre todo en lo referido a su química; en ambos casos no hay participación de la consciencia. Esto es comprobado por las alteraciones químicas que se producen por la ingesta de drogas y que producen grandes y espectaculares cambios en las percepciones psíquicas: la experiencia alucinógena actúa independientemente de la voluntad y al margen de la consciencia. Por lo que se refiere a los sentidos, sabemos que un ser humano es capaz de ver dentro de un rango del espectro visible a su ojo y que corresponde a ciertas longitudes de radiación electromagnética, pero hay muchos animales que ven por encima de ese rango y lo mismo ocurre con los olores o los sonidos; en lo referido a la capacidad sensorial la condición animal supera con mucho a la condición humana. Lo mismo ocurre con muchas “sensaciones”, bien sabemos que un perro es capaz de oler el miedo o una enfermedad. En realidad, mucha de la información que un ser humano recibe de otro lo hace también por medio del olfato si bien esa información no pasa a la consciencia. Por ejemplo, en el ser humano lo que definimos como enamoramiento empieza por el olfato. Una persona recibe de otra a través del olfato informaciones sobre compatibilidad genética, disposición sexual, etc.; eso pone en marcha una elaborada bioquímica inconsciente que identificamos con la emoción de “sentirnos enamorados” que, en el fondo, es una forma de disparar el deseo sexual, lo cual es solo una estrategia de la vida para que la especie se reproduzca. La responsable de ello es la llamada pituitaria amarilla asociada al bulbo olfativo. Pura bilogía que funciona de modo vegetativo. Sabemos también que nuestra limitada sensorialidad, si la comparamos con la de los animales, es muy pequeña, nos superan en vista, olfato, oído…, muchas personas que a veces tienen una “visión” en realidad acceden a algo que comúnmente ve un perro. Eso mismo pasa con la capacidad de detectar “energías” algo que los animales lo hacen también de un modo mucho más eficaz, valga el ejemplo de las serpientes, escualos, o el de las aves migratorias; estos y otros muchos animales son susceptibles de detectar campos energéticos y variaciones electromagnéticas de distinta índole. En un pasado la humanidad más vinculada a la naturaleza, también tenía más desarrollada esas capacidades “animales” asociadas a la supervivencia. A medida que evolucionó, fueron atrofiándose las capacidades de detectar esas energías para dar paso a desarrollos superiores. Es decir, que hay un psiquismo de naturaleza sensorial y animal y que nada tiene que ver con condiciones espirituales, este psiquismo no es nocivo salvo que se le quiera otorgar valoraciones falsas o exageradas. Por decirlo de algún modo, ese psiquismo de naturaleza animal es “auténtico” y puede ser útil bien gestionado. Otro tipo de psiquismo y que representa un obstáculo para el desarrollo espiritual es aquel que proviene de la excitación de la mente a la que se fuerza para la aparición de esa sensorialidad. Al igual que con la ingesta de drogas, por ejemplo el LSD, una híper excitación provoca esa alteración mental forzada pues la imaginación y las creencias son susceptibles de alterar la bioquímica cerebral, y generar una fenomenología y experiencias con ciertas características sensoriales asociadas; y estas, a veces, son capaces de generar hechos extraordinarios como por ejemplo todo tipo de visiones, en el ámbito cristiano los estigmas sangrantes, en el hinduismo, los “poderes” de los faquires, las “posesiones” chamánicas, etc.

Por último, es la mente la encargada de dar a cualquier experiencia anómala o poco común unos significados u otros; o considerarla como irrelevante o concederle gran relevancia. Por este motivo a veces ocurre que algunas personas consideren estas alteraciones bioquímicas como un privilegio e incluso pueden sentirse “superiores” a los demás a partir de ellas.

El otro rango a considerar es el de la utilidad; es decir el uso correcto de ese psiquismo “animal” lo cual no es fácil ya que la mayoría de las veces cuando aparece no obedece a la voluntad del sujeto. En este sentido, como en tantas ocasiones, utilizar el sentido común se torna fundamental.

A su vez, a veces se comete el inmenso error de considerar estas posibles facultades como una señal de “elevación espiritual”.

Efectivamente, el psiquismo no debe confundirse con la espiritualidad, de hecho, en muchas escuelas y vías espirituales el psiquismo es considerado un gran obstáculo para el crecimiento espiritual, sobre todo si se le concede significados y valores que no le pertenecen.

En el cristianismo gnóstico, los “psíquicos” son diferenciados de los pneumáticos o espirituales y de los individuos “materiales”. Según su doctrina dichos “materiales” carecen de ninguna posibilidad de salvación y los “psíquicos” han de hacer grandes esfuerzos para salvarse precisamente por esa condición que los encadena.

Si echamos una mirada al sufismo, para ellos también el psiquismo es peligroso en la Vía y está o bien vinculado al tab o naturaleza animal de índole genética, o al nafs o yo egoico. 

Todo ello no significa que no existan los llamados carismas asociados, esta vez sí, a la condición de la santidad o vinculados a estaciones espirituales elevadas según el desarrollo de una persona. Sin embargo, su origen es distinto y su expresión también. Su origen está en el pneuma, en el espíritu según los gnósticos, en la Gracia según los cristianos o en el ruh, el espíritu, según el sufismo.Estos carismas de orden sutil, actúan también en el ámbito sutil y suelen carecer de espectacularidad pues pocas veces actúan en el terreno de la materia y, cuando lo hacen, es como última etapa de un recorrido que va desde lo más sutil a lo más denso. Dentro del cristianismo estos carismas pertenecen al Espírito Santo y son dones de Dios; estos son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. También el propio desarrollo espiritual produce doce frutos: amor, alegría, paz, paciencia, bondad, afabilidad, fidelidad, dominio de sí mismo, aceptación, caridad, continencia y modestia. En el sufismo están también bien definidos según la makam o estación espiritual en la que cada persona se encuentre.

Quien posee algunos de estos carismas o dones o frutos, es capaz de expresarlo hacia los demás de un modo natural: la sabiduría expresa sabiduría, la alegría expresa alegría, la paz expresa paz, etc. La propia fuerza de estos dones y frutos impregnada de la propia energía espiritual de quien los posee, es capaz a veces de actuar de modo potente dependiendo del grado de necesidad e inocencia del receptor que la mayoría de las veces los recibe sin que tampoco participe su consciencia. En determinadas personas la unión de los dones de la ciencia y la inteligencia más los frutos del dominio de sí mismo y de la aceptación,  provoca la aparición de ciertos carismas que suelen ser guardados en la más absoluta discreción.

Según distintas tradiciones, la falta de discreción e incluso ostentación en la manifestación de ciertos carismas, es justamente señal de que su fuente no es el espíritu. A lo largo de la historia son muchos los testimonios que hablan de que los que poseen esos carismas espirituales simplemente los reflejan en su propia presencia. Eso en el sufismo se llama la “acción de la baraka” , es decir la emanación natural y sin artificios de la propia condición espiritual de una persona.

Dentro de la Vía, las emanaciones del psiquismo “ordinario”, precisamente van desapareciendo y así no obstruyen el paso a las impregnaciones que poco a poco el espíritu va depositando en el alma y en el corazón; de este modo van apareciendo los frutos antes descritos y los dones si Dios los otorga. Con el tiempo, dones y frutos, podrán convertirse en ciertos carismas si es esa la voluntad de Dios.

En el tránsito puede aparecer la confusión junto a la mezcla de sensaciones, sentimientos, significados, etc., es por ello que muchos maestros refiriéndose a esta situación aconsejan “dejarlo pasar” sin concederle ninguna importancia y mucho menos otorgarle ningún tipo de significado sabiendo que es una condición transitoria.  Y es entonces cuando puede aparecer y se empieza a comprender el “lenguaje del Ser” al que están ligados esos carismas, dones y frutos.

EL LENGUAJE DEL SER

Hay una historia atribuida a un maestro sufí que cuenta que un día le dijo a un discípulo: “Imagina que estás soñando, en tu sueño vas en una barca cruzando un río y la barca choca con unas piedras y naufraga, unas personas que no saben nadar caen al agua y empiezan a hundirse solicitando ayuda a gritos, tú sí sabes nadar y decides intentar salvarlos; en ese momento te despiertas. La pregunta es: ¿te volverías a dormir para regresar al sueño e intentar salvar a los que se están ahogando?”.

En el sufismo existe el concepto de “existencia relativa” que es la que el hombre dormido vive. Se llama así porque su vida está en relación con el mundo y depende de él a través del código del lenguaje sensorial, su dinámica de reactividad y su posterior interpretación a partir de los contenidos de la mente.

Esta enseñanza se enmarca en la línea de otras, como la del budismo, que afirman que vivimos en una ensoñación y que en el proceso de desarrollo espiritual se produce lentamente el “despertar”. De hecho, en el sufismo al estado de conciencia ordinario se le llama el “estado del hombre dormido”. En ese estado el ser humano se encuentra atrapado en la sensorialidad de lo fenoménico, a este mundo que percibimos fruto del “estado dormido” lo llamaron maya tanto en el hinduismo como en el budismo. Nuestro contacto con el mundo se produce a través de la sensorialidad; lo que no pasa por ella no existe, no sucede. Incluso en lo referido a lo más sutil, si no se siente algo la mente interpreta que nada ocurre. Buscamos por tanto sentir, sin embargo también sabemos que en tanto una energía es más elevada, más alejada está de la sensorialidad y por tanto de sentirla. Lo que pertenece al sueño queda en el sueño. La práctica de la meditación entendida en un sentido amplio, es aquella que tiene como fin alcanzar el estado meditativo. En el estado meditativo la mente no funciona solo a partir de la reactividad, es decir cuando funciona ordinariamente de modo “pasivo” y condicionada, sino que funciona en un estado más libre de reactividad y opera de modo “activo” porque se libera de los condicionantes. En el inicio de la meditación se busca siempre suspender la sensorialidad lo más posible, por ello, se adopta posición de quietud, en silencio, etc. Cualquiera que haya practicado solo un poco la meditación sabe que entonces es cuando se observa que la mente sigue activa de modo inercial y que añora la sensorialidad. Esto se debe a que la sensorialidad es el inicio de la actividad de la mente lo cual forma parte de nuestra constitución. La sensorialidad forma parte de un modo de lenguaje, de un sistema comunicativo e informativo propio de la vida. Olores, colores y sonidos aportan informaciones básicas para la existencia, a veces pasando por la consciencia, a veces sin pasar por ella; por eso la sensorialidad no solo es útil sino que se torna imprescindible para la vida. Sin embargo hay otro lenguaje que ha sido llamado el “lenguaje del Ser” que trasciende la sensorialidad y que, en efecto, hay ocasiones en que el Ser informa a la sensorialidad pero por caminos distintos de los que usan ordinariamente los sentidos, es decir, no pasa por la mente. Sin embargo desde la sensorialidad es muy difícil acceder al Ser salvo cuando esa sensorialidad es capaz de elevar el estado de conciencia por medio de la belleza y de lo sublime en tanto altura ética y estética; de este modo se produce el paso de un lenguaje a otro. Y es entonces cuando se descubre que la Vida, en realidad, no habla el lenguaje del mundo sino el lenguaje del Ser.

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Un comentario sobre “PSIQUISMO Y EL LENGUAJE DEL SER

  1. Muchas gracias Sebastián, tenía ganas de que se tratara la diferencia entre psiquismo y espiritualidad y tu lectura ha superado con creces mis espectativas. Gracias de nuevo, Ha sido esclarecedor

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