EL VERDE, ANAHITA Y LA LITERATURA INICIÁTICA
El zoroastrismo, la religión del fuego, propia de Irán y presente desde su fundación por el profeta Zoroastro sobre el 1500 a.d.C., todavía es hoy una religión viva en algunos lugares de Irán e India.
Vinculada con la potencia de la primavera, sobre mediados de junio, los fieles zoroastrianos hacen una peregrinación a una gruta cerca de Yazd, Irán, de la que brota una fuente sagrada. Al lugar se le llama el “santuario verde” pues allí se cree que nace el “verdor que da la vida” y se “regenera la vida”; a sus aguas se las llama “el agua de la vida” y es el origen del mito del agua de la inmortalidad, mito vinculado con Al Kidhr. Se cree que existen seis grutas sagradas similares, pero esta era la más importante, su nombre es Pir e Sabz, curiosamente pir, en lengua persa significa “maestro”. En el centro del santuario hay una estructura en forma de flor en donde se ponen ofrendas y un altar con tres fuegos. Antiguamente el lugar estaba dedicado a la divinidad Anahita y protegido por ella, señora de la naturaleza, pero especialmente del agua dulce y la lluvia sin las cuales no hay vida.
Posteriormente, esta divinidad femenina se asoció a partir de la llegada del islam con la figura de Al Kidhr, el “Verde” o “el que verdea”, es decir, el que produce el verdor, de modo que nos encontramos hoy un sincretismo entre esta figura sagrada dentro del islam chií iranio y una antigua diosa posiblemente previa incluso a la aparición del zoroastrismo y originaria de las primitivas religiones dravídicas.
Maestros sufíes cuentan que el Profeta declaró que Elías y Al Kidhr se reúnen todos los años en secreto durante el Ramadán en Jerusalén. Es al final de Ramadán cuando la vida se renueva y reverdece allí donde el “verde” llega.
Con el tiempo se asociaron en la misma figura tanto Elías, Al Kidhr como también san Jorge cuya festividad se celebra el 23 de abril en las iglesias de Occidente y el 6 de mayo en las de Oriente. Su imagen característica es aquella en la que montado a caballo lancea a un dragón con el fin de liberar a una doncella, la inocencia; de ahí su vínculo con la caballería espiritual y la necesidad de protección de lo sagrado.
Curiosamente en Occidente a la vez se celebra el fallecimiento de dos de los escritores más relevantes de la historia, autores de textos- el teatro de Shakespeare y las correrías de don Quijote de Cervantes- que, según ciertas tradiciones, en realidad son textos de una enorme carga iniciática.
En el Quijote, un loco que actúa a partir de una realidad diferente a la del común de los mortales representados por Sancho, por amor y favor a las causas justas, pone su lanza para servir a su señora Dulcinea, la “dulce”. Bajo el disfraz de lo que bordea lo esperpéntico, en realidad asistimos a episodios en los que es iniciado y armado caballero; a su lucha con lo que solo es ilusorio, los molinos de viento; su prueba de valor en la cueva de Montesinos durante sus tres días y noches con la visión del castillo de paredes transparentes y el sepulcro del gran Durandarte- “el que dura y permanece”- señor de la espada y el más amante de todos los caballeros; su justa con el vizcaíno; su derrota frente al caballero de la Blanca Luna… pero si a don Quijote le mueve su amor por Dulcinea que le aleja de lo que los demás conciben como realidad, a Sancho le mueve la no menor ilusión de gobernar la ínsula Barataria; dos motivaciones muy distintas a la hora de recorrer las aventuras de la vida. Las palabras de don Quijote antes de morir son reveladoras: la vida hay que vivirla plenamente y así advierte al lector de que: “la mayor locura de un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie lo mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía”.
Si Cervantes nos proporciona la mayor aventura iniciática de aprendizaje, el bardo inglés nos dejó el mayor y mejor catálogo de conocimiento de la naturaleza humana: Hamlet, Romeo y Julieta, Otelo, El mercader de Venecia, El rey Lear, Sueño de una noche de verano, Macbeth… y una larga lista más legó a la posteridad mostrando lo que para muchos es el mejor análisis de la psicología humana en todas sus facetas y en donde deja ver al lector aquellas pulsiones que le causarán dolor e impedirán su felicidad y aquellas otras, más sutiles, que harán que el amor triunfe.
Sirva esta fecha de homenaje a esos maestros que se muestran de un modo distinto al esperado y, sobre todo, en reconocimiento y agradecimiento a la función de la Maestría en, por y para la Vida.
Gracias. Un abrazo.
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